El dictador, que era un gran aficionado al fútbol y a las apuestas, obtuvo en 1967 un premio de 2.848 pesetas
Durante el franquismo, en un país sin libertades, el fútbol se convirtió pronto en una pasión de arraigo. Los más pequeños emulaban a sus ídolos y soñaban ser algún día como ellos. De esa forma, pensaban, podrían ayudar a sus familias a superar los rigores de una España en blanco y negro. Otra manera era acertar La Quiniela. El primer boleto se jugó en septiembre de 1946. Sus 71 años de historia han servido para repartir una lluvia de millones, pero también para dejar anécdotas curiosas. Entre ellas, el premio que consiguió hace medio siglo el dictador Francisco Franco. Muchos historiadores hablan de un millón de pesetas (6.000 euros), pero lo cierto es que la cifra fue mucho más modesta.
El 26 de mayo de 1967 no hubo liga española porque la selección tenía compromisos internacionales. Las apuestas se sustituyeron por partidos del campeonato italiano. Días antes Franco había registrado un boleto de seis columnas por 24 pesetas que firmó con su nombre y domicilió en el palacio de El Pardo. La anécdota la recoge Historia de La Quiniela, de Jacinto Pérez, ex director comercial de Loterías y Apuestas del Estado. “A Franco le tocó la tercera categoría. Tenía 10 aciertos”, revela Pérez. A los 3.161 apostantes que tuvieron el mismo tino que el dictador le correspondieron 2.848 pesetas (menos de 18 euros).
El año que Franco acertó la quiniela, el salario medio anual rondaba las 60.000 pesetas, por lo que el premio del dictador era equivalente a la mitad del sueldo mensual que obtenía un trabajador. Entonces, un Seat 600 costaba 72.000 y un piso en Madrid, unas 350.000 (2.100 euros). Ese 1967 fue también el año de la bomba de Palomares, de la designación de Carrero Blanco como vicepresidente del Gobierno, del primer trasplante de corazón y de la muerte del revolucionario Ernesto Che Guevara.
“Era una quiniela con 14 partidos. Cuatro no se jugaron, así que entraron los dos de reserva. Se apostó sobre 12 partidos, de los que Franco acertó los pronosticados, pero no los de reserva”, insiste Pérez. En su obra rechaza que el caudillo consiguiera un premio de un millón de pesetas (6.000 euros). La cifra que percibieron aquel día los diez acertantes de primera categoría (12 resultados) fue de 900.333 pesetas, pero Franco no estaba entre ellos. Paul Preston, en Franco: caudillo de España, es uno de los historiadores que aluden al millón. Además, afirma que el dictador acertó dos quinielas. “Yo no tengo constancia”, admite Pérez. Tampoco Loterías y Apuestas del Estado, que certifica que el único premio del dictador fue el de 2.848 pesetas.
El paradero de boleto
El exdiputado del PP Rogelio Baón, fallecido en 2008, incluyó la anécdota en La cara humana de un caudillo. Y escribió: “El premio causó a Franco la misma alegría que a un forofo. Mandó a su ayudante Carmelo Moscardó a cobrar el boleto que, como joya curiosa, se conserva enmarcado en el Patronato Nacional de Apuestas Mutuas”. Loterías y Apuestas del Estado, sin embargo, sostiene que no conoce su paradero actual. “Durante años lo vi colgado en el despacho del gerente de Apuestas, pero le perdí la pista. Lo debe de tener algún particular”, intuye Pérez, jubilado desde 2010.
Como disponía de mucho tiempo libre, Franco comenzó a ser un asiduo espectador de televisión. Sus programas favoritos eran las retransmisiones deportivas, señala Preston en la biografía del caudillo. “No se perdía ni un partido de fútbol. Analizaba la liga y hacía apuestas. Era un apasionado, aunque no tenía reputación de jugador de lotería”, revela el historiador Antonio Cazorla. Al principio, rellenaba las quinielas como Francisco Cofrán (las sílabas de su apellido invertidas), cuenta Carlos Fernández en El fútbol durante la Guerra Civil y el franquismo.
Baón señala en su libro que eso cambió con el tiempo. El dictador rellenaba un boleto cada semana, durante tres décadas en compañía de su médico personal, Vicente Gil. Lo relata el teniente Francisco Franco Salgado-Araujo, Pacón, en sus conversaciones privadas con el caudillo, del que era primo. Sin embargo, Cazorla no cree que el premio que obtuvo Franco en 1967 fuese el más importante de su vida: “Su auténtica quiniela fue la muerte de Sanjurjo, destinado a comandar el bando sublevado, en un accidente de avión pocos días después de iniciarse la Guerra Civil”.
Fuente: ElPaís.com